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domingo, 20 de abril de 2008

Cuestiones Medioambientales, los bosques

Decía René de Chateaubriand a mediados del siglo XIX: “Los bosques preceden a las civilizaciones, los desiertos las siguen”.
Casi dos siglos después el científico Peter Bunyard, añadió: "Necesitamos vivos a los bosques porque absorben dióxido de carbono, mantienen el ciclo hidrológico, son sistema vital para la transferencia de energía, son sostén de biodiversidad y son componente vital para el reciclaje de nutrientes". Una afirmación, evidentemente más fundamentada, sostenida sobre años de estudios de la naturaleza, el medio ambiente, e impulsada a raíz de una extensa lista de convenciones internacionales que buscan proteger a los bosques del mundo. También agregaba: “De no darle debida protección a estos santuarios de vida, sobrarán consecuencias para lamentarse”.

Podríamos extendernos sobre los beneficios que nos otorgan los bosques, haciendo mención a la regulación del agua, la absorción de dióxido de carbono de la atmósfera, el hogar que representan para un gran número de especies, su acción depuradora, etc.
Pero me permito ensayar principalmente sobre el hombre y su relación con el bosque y los recursos naturales, más que sobre las funciones propias de los árboles. Hacer un enfoque social y político.

Desde el comienzo de la vida humana, ha existido una estrecha relación con la naturaleza. Casi todas las culturas, con pocas excepciones, han sobrevivido gracias a productos que obtenían de los bosques como por ejemplo madera para usarla como combustible o en la construcción, papel, frutos, medicinas, etc. ¿Qué habrá sido de esa primitiva relación armónica que existía entre los recursos naturales y el hombre?.
Sabido es que los bosques no han empezado a deteriorarse hasta que fueron amenazados por los humanos, nuestra revolución francesa (ese liberalismo desmedido), la revolución industrial, el comercio liberal, entre otras.
Si bien existen las denominadas amenazas naturales que perjudican a los bosques, como plagas y enfermedades, estas han existido desde que el mundo tiene memoria, pero nunca han puesto en peligro al medio ambiente. Según el Doctor Henry David: “La naturaleza es sabia”.
Detrás de muchísimas obvias actividades que ponen en peligro el medio ambiente y los bosques, como la tala indiscriminada, existen las llamadas causas indirectas, que son las que principalmente acogen mi atención. Un consumo mundial en crecimiento, al igual que las poblaciones del mundo trae consigo la demanda de tierras, se han empleado malas políticas económicas así como decisiones políticas erradas, corrupción, comercio ilegal y una falta de legislación apropiada.

A medida que se acumula más información científica acerca de los bosques, sus propiedades y efectos, se confirma que junto con otras cuestiones ambientales y ecológicas, como el cambio climático, salvaguardar los bosques representa tal vez el mayor desafío en el siglo XXI. El desafió más grande es tratar de equilibrar más de 100 años de desequilibrio.

Desde los orígenes de la codificación del derecho en la Argentina, han existido de alguna manera reglamentaciones aplicables a los recursos naturales y su utilización. En un principio se utilizaba el mismo código civil de Vélez Sarsfield, principalmente influido por un neto corte liberal. Se sostenía a finales del siglo XIX, la siguiente teoría “aquel dueño de una parcela, será su dueño desde el cielo hasta el infierno”. Dando un poder al propietario de hacer y deshacer a gusto, incluso poder destruir su propiedad y los recursos que habitaban en ella.
Recién en el año 1968 en la Argentina, con la sanción de la ley 17711 se implementaron conceptos como la equidad, el abuso del derecho y la función social de la propiedad.
Vale recordar que para esta época, fines de la década del 60, ya el pueblo argentino había vivido lo que fue LA FORESTAL que decidió marcharse de la escena nacional en el año 1963. Fuimos incapaces de legislar para prevenir. Parece que los efectos del liberalismo producto de la revolución francesa, han devenido en tener que padecer las crueldades más aberrantes, para que nos paremos sobre sus ruinas y posteriormente legislemos como sabios sobre ciertas materias.
Se pueden citar varios ejemplos: el derecho laboral y gremial, luego de la cruda revolución industrial, los derechos humanos luego de la segunda guerra mundial.
Este hombre escéptico que vive en la posmodernidad, es miope, no ve la realidad de las cosas sino lo vive en carne propia, ha perdido la capacidad de visión que permite anticipar los desastres.

Podríamos preguntarnos si el hombre es capaz de realizar legislaciones preventivas, porque la historia nos está demostrando que tenemos la imperiosa necesidad de hacer un stop, dejar de cometer los mismos actos esperando diferentes resultados.
Estas afirmaciones, en principio nos llevan a una amarga conclusión. Estamos lejos de poder asegurar el resguardo de los bosques del mundo, y esa incapacidad evidencia efectos que son palpables, la sabia naturaleza nos advierte día tras día, y el hombre escéptico no distingue el peligro inminente.
La respuesta a este desafío supone una cooperación sin precedentes entre las naciones del mundo y un sólido apoyo de las organizaciones internacionales involucradas. Las meras reformas no bastan.
Es alarmante que del 20 al 25% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, sean consecuencia de la deforestación y degradación de bosques; eso es más de lo que produce el sector transporte, en todo el mundo.

Para responder a esta necesidad social de acción, es muy importante seguir estimulando proyectos de sensibilización, en aras de desarrollar procesos de acercamiento a los problemas y necesidades del medio ambiente, y puntualmente de los bosques. Lo que implica que la humanidad debe tomar responsabilidades éticas y ecológicas para poder salvar no solo a los bosques sino también a la especie misma.

Afortunadamente el derecho ambiental se hace eco de esto, demostrando, en tanto ciencia dinámica, una “crisis” de crecimiento, como sinónimo de constante adaptación y cambio que los nuevos desafíos proponen. Saliendo de la teoría setentona del “cowboy” donde los limites al uso de los recursos naturales eran sinónimo de autoritarismo y dictadura.

Tendremos que seguir haciendo hincapié en la teoría de la interdependencia de los recursos, no podemos seguir sosteniendo que los recursos no renovables son aquellos que tenemos que priorizar y prestarle más atención.
Es una visión poco exacta, creer que los recursos naturales se pueden catalogar en renovables y no renovables. Que un recurso sea renovable, no implica que sea infinito. Seria prudente instruir a la sociedad bajo el concepto de “agotable”, y el indebido uso irracional de los recursos, ideas que pocos sectores resaltan.
El equilibrio ecológico del mundo esta en juego, imperiosamente debemos mantener todos los recursos en sintonía.

En los principios de la “revolución climática”, con origen en la ciudad de Estocolmo en el año 1972, se dio prioridad al hombre por sobre la naturaleza. Este antropocentrismo que caracteriza a la humanidad, es la miseria del futuro y la posible causa de la muerte del mañana, la muerte ecológica, la muerte de la humanidad.
Esperemos que continuemos en lo que hoy se denomina como antropocentrismo moderado, y evolucionemos aun mas este concepto de “BIO CENTRISMO”, esta idea misma de que el centro es la vida.

Si el secreto de la perduración de la vida fuera la protección del medio ambiente, por qué no convencernos de educar al mundo para ello.

Por Fernando Macias.


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2 comentarios:

Rimel Azul dijo...

Excelente Fer,buen artículo, digno de un alumno de comunicación, "Parece que los efectos del liberalismo producto de la revolución francesa, han devenido en tener que padecer las crueldades más aberrantes, para que nos paremos sobre sus ruinas y posteriormente legislemos como sabios sobre ciertas materias".
Frase insuperable.
Buen blog.
Me olvidaba: saludos de Carolina a Walter, que tan lindo mensaje dejara en mi blog.

Anónimo dijo...

FENOMENAL FER! MUY BUENO...UN SALUDO